Emir Kusturica:

Un Trasgresor en Sarajevo

Por:

Fernanda Bargach-Mitre

 

Emir Kusturica se ha destacado como un director original y único. Su obra nos presenta una visión fresca y hasta inocente del descarnado drama de Los Balcanes. A través de personajes pintorescos y una narrativa poco convencional, el autor nos dibuja un mundo propio en cada una de sus películas mezclando fantasía, humor y poesía con realismo y, sobre todo, humanidad. Este director, de fuerte personalidad, ha sabido reflejar en su obra el dolor del pueblo yugoslavo enmarcado en ciudades devastadas y divididas por la guerra y las dictaduras.

 

Nacido en Sarajevo, después de una adolescencia problemática, su familia lo envió a estudiar a la Escuela de Cine de Praga como una forma de alejarlo de las malas compañías y encarrilar al joven rebelde. Su encuentro con el cine fue una coincidencia pero una vez que pudo observar las posibilidades del mismo, cayó seducido ante la experiencia que implicaba dedicarse al séptimo arte.

 

 “Cuando volví a Sarajevo, luego de mi experiencia en la escuela de cine, me di cuenta de que mi lugar de nacimiento, mis memorias de la infancia y mis experiencias vividas allí  eran suficientes para reflejarlas en mi obra y así enriquecer una historia y lograr dejar un mensaje”, afirma el director.

 

Nunca indiferente de la problemática y la confusión sociopolítica de la antigua Yugoslavia, el autor ha sabido reflejar en sus filmes el caos propio de una sociedad en permanente reconstrucción. Durante muchos años el  comunismo pretendió dar a la televisión y al cine un modelo cultural estándar. Esto estaba conectado con la propaganda que trataba de acentuar las similitudes entre Serbios y Croatas. A la industria del cine  en Yugoslavia no le interesaba los temas históricos, nacionales o religiosos. Sólo la Segunda Guerra Mundial era aceptada como referente ya que fue la única vez que todas las etnias, tan disímiles entre sí,  lucharon unidas contra el nazismo. Kusturica, como cineasta crítico y a la vez burlesco, se mofa de los directores que representaban al régimen como borregos en la trasgresora “Underground”. Esta película, como toda su obra, está inmersa en un contexto social producto de años de conflictos políticos y dramas humanos que este polémico director se ha atrevido a abordar, siempre con un toque de cínico humor y experimentando con narrativas de vanguardia.

 

La obra de Emir Kusturica podrá ser para algunos poco comprensible. Sin duda, su cine no es fácil porque no responde a los patrones narrativos comerciales, ni en su ritmo, ni en su temática, ni en sus personajes. Este director proviene de tierras azotadas por la violencia, de un pueblo que ha convivido muchos años con la guerra. Partiendo de esta premisa, es entendible que sus filmes nos resulten ajenos a aquellos que no comprendemos el conflicto que se vive en Los Balcanes. Justamente, este director ha servido como vehículo para que el resto del mundo pueda comprender el drama balcánico, la esencia de sus habitantes y cómo dentro de ese contexto coexisten el odio, el amor, los sueños, las esperanzas y toda la gama de emociones propias del hombre, que sin importar las circunstancias, siempre están presentes convirtiéndonos en lo que somos. Su obra exuda humanidad y una profunda reflexión sobre la relación del hombre con su entorno.

 

BITÁCORA FÍLMICA:

 

Siempre tomando como referente su pasado histórico, ya en su primer film “Do you remember Dolly-Bell?” (1981)(¿Recuerdas a Dolly-Bell?) el director nos pinta un Sarajevo en plenos años 60, contándonos la historia de Dino, cuya vida ha adquirido un nuevo sentido gracias al cine occidental que le muestra un mundo lleno de tentaciones, lecciones de hipnotismo y sobre todo Rock n’ Roll. Recordemos que en todos los filmes de este director la música, especialmente la gitana, ocupa un lugar importante en el desarrollo de la historia. Esta cinta le valdría el León de Oro en el Festival de Venecia. 

 

Con su segundo largometraje When father was away on business (1985) (Cuando papá estaba de viaje de negocios) Kusturica nos sitúa en 1948 cuando Tito rompe relaciones  con Stalin y comienza una época de persecuciones políticas. Mesha es arrestado como muchos otros y su familia tiene que lidiar con la situación. La historia es vista desde la perspectiva de Malik, el joven hijo de 6 años al que le dicen que su padre está de viaje de negocios. Por este filme ganó la Palma de Oro en Cannes.

 

Su tercera película “Time of the Gypsies”, (1988) (Tiempo de Gitanos) marcó una tendencia temática que luego mantendría a lo largo de su cinematografía, aunque fuera a través de la música zíngara. Ubicado en la ex Yugoslavia, denuncia cómo el sueño europeo es inaccesible para los gitanos, condenados a sufrir y vagar con dignidad pero con pocas esperanzas de progreso. Este film fue premiado en Cannes, en la categoría al mejor director.

 

Al estallar el conflicto de los Balcanes, Kusturica se exilió en los Estados Unidos, donde enseñó en la Universidad de Columbia y realizó uno de sus cintas con menos repercusión “Arizona Dream” (1993) (Sueño de Arizona) con Johnny Depp y Faye Dunaway. El filme nos cuenta la historia de Axel, un joven que se encuentra, casi sin quererlo, sumergido en el extraño mundo de Arizona, en búsqueda de sus raíces. La película termina por ser poco convincente, en una mezcla de estilos que no la favorece, donde lo único rescatable es la imponente fotografía y la poderosa y envolvente capacidad del director para crear imágenes.

 

De vuelta en Sarajevo, Emir daría vida a una de sus obras más trasgresoras, la ya famosa “Underground” (1995) (Bajo Tierra), que cierto sector de la crítica la acusó de frivolizar el conflicto de Los Balcanes. La cinta es una  metáfora acerca de la historia reciente de Yugoslavia y recorre una amplia gama de temas, desde los problemas familiares  hasta la violencia, la guerra, la muerte, la magia y sobre todo la política y la historia. Esta película está llena de nostalgia por un país que ya no existe, por una mentirosa imagen de unidad (falsa unión cobijada bajo el ala comunista de Tito) quebrada ahora en incontables fragmentos imposibles de unir. Con esta cinta volvería a ganar la Palma de Oro en Cannes.

 

El discurso cinematográfico de Emir Kusturica se apoya en la exageración y el exceso. Su sexta película “Black Cat, White Cat” (1998) (Gato Negro, Gato Blanco), de la cual también es guionista,  es una comedia alucinante, con un ritmo frenético, y formada por una serie de personajes increíbles y entrañables: Músicos atados a un árbol, consumidores de cocaína, traficantes de bazar, casamenteros, gansters acompañados de gansos, gallinas y cerdos. El film narra la historia de estos personajes imposibles, partiendo de dos viejos delincuentes que se reencuentran después de 25 años, desatando todo tipo de situaciones hilarantes. Por esta película ganó el León de Plata al mejor director en el Festival de Venecia.

 

Su siguiente proyecto, Super 8 Stories(2001) (Historias en Súper 8), en el que mostró su faceta musical como guitarrista e integrante de la banda “The No Smoking Orchestra”, es un documento musical con conversaciones entre los integrantes de la banda. Pero sobre todo con diversos temas que conforman la memoria  de Kusturica: su niñez, la muerte de Tito, la destrucción de los Balcanes, en tanto va relatando la vida del grupo como un todo y como un conjunto de individualidades.

 

En “Life is a Miracle” (2004) (La vida es un milagro), su última producción, cuenta la historia de Luka, un ingeniero serbio de Belgrado que se ha instalado en una casa en medio de ninguna parte con su mujer e hijo. Luka está preparándose para construir una vía ferroviaria que hará de la región un paraíso turístico. Pero cegado por su trabajo y por su natural optimismo, no presta atención a los persistentes rumores de una guerra civil inminente que finalmente llegará a su vida alterándolo todo. La película es una historia de amor que se sitúa en pleno conflicto balcánico.

 

ARTISTA DEL CELULOIDE

 

Emir Kusturica es un artista que ha elegido el cine como medio expresivo. Director, actor, guionista y compositor... cada uno de sus filmes es el mejor ejemplo del buen cine de autor, que lleva sello propio y no pacta con convencionalismos. Sin embargo, su cine es difícil de digerir para muchos por su excesividad, su frenetismo, sus barrocos personajes y su extraña manera de contar historias. Se lo puede considerar un artista trasgresor, arriesgado en sus propuestas estéticas, polémico, capaz de provocar amores y odios en el espectador, como también lágrimas, sorpresas, risas y repulsión.

 

Confeso amante de directores como Hitchcock, Fellini, Jean Vigo así como del cine independiente, se opone completamente a la estructura fílmica hollywoodense. Apoyado en la desmesura, es considerado un cineasta de extremos. Jugando con imágenes por momentos surrealistas, este creativo ha sabido introducirnos en el conflicto de Los Balcanes, con la visión cotidiana de quien ha vivido la historia en carne propia. Sarajevo, ciudad tantas veces destruida, parece mantener sus raíces y su vida gracias a sus artistas. Emir Kusturica nunca  ha perdido la originalidad que le caracteriza. Desde sus primeros filmes hasta los últimos ha ido evolucionando y sorprendiendo con su pintura de la realidad actual de los pueblos y de los seres humanos, convirtiéndose en uno de los directores europeos más  prometedores de este último tiempo.