Mario Damiano

lexicos@cantv.net

 

                                                                            Tú sufres, tú padeces y tú vuelves a sufrir horriblemente, desgraciado mono, jovencito de Darwin, alguacil que me atisbas, atrocísimo microbio.

César Vallejo.

 

Un día de sol consumidor de orejas, con la mirada extrañamente vidriosa, con fecha muerta por mi olvido. Para dar gracias y no justificarme ningún tipo de salida fácil ante mis semejantes, quizá para vengarme de ellos. Compré un mono.

 

Al principio el mono adornó los bordes de mi sombra en los días en que el monologo se tornaba insoportable. En esos días más que una utilidad ornamental, el mono me hacía compañia. Más tarde la unión entre el mono y el hombre sería definida por los expertos, como complejo de monocompañía. La sintomatología de dicho complejo fue elaborada por un científico inglés de origen australiano, es importante destacar que dicha sintomatología ha sido revisada recientemente por Elenor Vurti ampliando a mi parecer el concepto de monocompañía. Encerrados en las paredes oblicuas de mi habitación, mi mono y yo exhibimos una sonrisa con aliento a carcajada, él me observa con su mirada transparente de primate, me observa moviéndose con las variaciones de mi sombra, me da señales de aprecio y en ese artificio cotidiano de horas benditas y lentas me siento pleno, él lo sabe, lo dice el brillo de mi pelaje. Lo dice con la certeza primate que nos caracteriza a ambos.

 

Por extraño que parezca cuelga de mi cuello como un columpio un cartel que me adjetiva como salvaje. Mientras el mono acicala mi pelaje, recuerdo desatinos y confidencias con mi cabeza de mono. Algunos estiman mi obsesión de monocompañia; otros asoman hipótesis a mi parecer desmesuradas sobre la procedencia de mi virtud. Aseguran con sus instrumentos mentales que el origen de mi desviación se localiza en mi desafortunada infancia. Afortunadamente siempre hacen su ritual intutivo de la misma manera: calibran su máquina hiladora de ideas, la enfilan, apuntan milimétricamente a mi cabeza y con el exito de ingenuos exploradores, atinan mal. Lamentable consecuencia de la falta de monocompañia. Los nomonocompañía son un grupo numeroso, lo cual es una poderosa razón para que subestimen mi necesidad de monocompañía. El día que me llevaron desde mi terraza de primate, pude observar en un intento de monoimagen como un grupo bien diferenciado de nomonocompañía, protestaba en la entrada de mi casa, con un único propósito: eliminar, borrar o simplemente desmonocompañizar. Ante esa ridicula imagen, elevé mis manos, toqué conga con los tambores de mis pectorales y en medio del baile los nomonocompañia fueron inofensivos, entonces me atreví a subestimarlos un poco. Baje por las escaleras después de cerrar sin hacer ruido la buhardilla. Yo, el único monocompañia abrí la puerta, esquibando agarrones, mordiscos y desatinos escogí de la multitud con mi suspicacia primate a un joven nomonocompañía. Tomé dos piedras de un destruido piso nomonocompañía y traté de bautizarlo. Acercaré con mi agilidad primate las piedras a tu frente y como un monoDavid la partiré en dos, como se parte la frente de un desventurado nomonoGoliat. Pero el joven enfermo del hambre de la explicación, sacó un arma de esas que disparan saliva fría de acero y sin mayores calibraciones la descargó en mi cuerpo de primate. La primera en caer fue mi pata de mono; aguijoneada, burlada y sorprendida, la sentí desprenderse por dentro y con ella ví desaparecer el brazo de hombre de mi sombra. Al ritmo de los disparos desaparecieron las partes de mi cuerpo de mono. Mientras caía vi la cara de mi mono, no quiso reirse porque pensó que nos irrespetaba, no dió respuestas apropiadas, ni anécdotas a los curiosos. Él sabía que no hay respuesta satisfactoria para un nomonocompañia; por eso mañana día con fecha muerta por mi olvido, en tu puerta, en el tendedero viejo de tu aposento; quizá para burlarme de ti, para vengarme o simplemente para que me estes agradecido. Te obserquiaré un mono.

Mario Damiano

lexicos@cantv.net

Referencias y comentarios

1 Burgar, I (1983) Two monkeys. London: Primate

2 Vurti, E (1989) The monkey companionship: Beyond two monkeys. London: Pygmy

3 Al referirse al concepto de nomonocompañia Batista Fulger explora sus diferencias históricas con el concepto de autoimagen primate de Hundralov (1992)

4 El texto final es un extracto del libro Una revisión histórica del complejo de monocompañía de Batista Fulger (1994), corresponde al delirio de un paciente al cual se le diagnosticó complejo de monocompañía.