Hobbes y Tucídides
Por:
Alejandro Molina
La intención que nos lleva a desarrollar el siguiente trabajo es mostrar, de manera muy somera, cómo Thomas Hobbes, el fundador de la filosofía política moderna a nuestro juicio, fue influenciado por la obra que nos legó un hombre como Tucídides, específicamente por su obra la Guerra del Peloponeso. Después de las lecturas que se han realizado de las obras de ambos autores, observamos que existen algunas coincidencias entre las concepciones que intentan desarrollar, especialmente en sus respectivas ideas, de lo que es el ejercicio del poder
Vamos a desarrollar, en este escrito, el concepto de hombre y Estado Natural en Hobbes y cómo, según él, se ejerce el poder en este Estado para poder contraponerlo con la idea del ejercicio de la política real que desarrolla Tucídides en su obra. Dos importantes autores como Ferdinand Tönnies y Norberto Bobbio han destacado el juicio que poseen sobre la influencia de Tucídides en Hobbes. Por un lado, Tönnies nos comenta que Hobbes regala la traducción de su obra a un joven discípulo, hijo de su mecenas y gran amigo, el cual acababa de morir y era un personaje muy influyente y allegado a la corte del Rey de Inglaterra. Hobbes consideraba que un buen estadista debía conocer la obra del escritor ateniense, precisamente por la realidad y agudeza con la que trata los sucesos de su época (realismo político). De hecho, en el “Prólogo “Al lector” ” celebra a Tucídides como el historiador más político...[1] Por otra parte, Bobbio nos dice que Hobbes se inicia como escritor político precisamente al traducir la Guerra del Peloponeso, y cierra su obra con una muy parecida a la de Tucídides: Behemoth o las Causas de las Guerras Civiles en Inglaterra.
Antropología y Estado Natural en Hobbes
En mi opinión, las concepciones del hombre y del Estado Natural en Hobbes se hallan estrechamente vinculadas y por esta razón las expongo paralelamente. Siguiendo la interpretación desarrollada por Norberto Bobbio[2], vamos a referirnos a las condiciones subjetivas que fundamentan la constitución del Estado Natural. Estas condiciones se refieren específicamente a nuestra naturaleza como seres humanos, es decir, condiciones inherentes al ser humano que no son más que las pasiones, las cuales Hobbes denomina como una de las cuatro facultades humanas. Las otras tres son la razón, la fuerza física y la experiencia.
Hobbes menciona que el hombre no se asocia naturalmente, como Aristóteles intentó demostrar en su Política, sino para sacar ventajas y provechos, de acuerdo a sus intereses personales, y para envanecerse de su superioridad moral y física frente a los demás. Es así como los hombres se asocian para aumentar su fortuna o para vanagloriarse, respectivamente. Este postulado lo enuncia Hobbes dentro del marco de sus observaciones de la conducta humana.
Ahora bien, las sociedades se generan de manera voluntaria y para Hobbes toda sociedad busca el objeto de su voluntad que no es más que lo que el hombre juzga como bueno para sí y todo aquello que es bueno significa que es placentero a los sentidos o al espíritu. Pero todo placer sensible es útil al hombre y todo placer espiritual reside en la vanidad. En conclusión, el hombre se asocia por vanidad o por utilidad porque sigue sus intereses individuales, es decir, lo que considera bueno para sí que son los placeres. Ciertamente, el concepto de voluntad humana que nos da Hobbes es bastante curioso y significativamente diferente al que tenemos actualmente. Lo voluntario se da en el marco de la conveniencia o de la vanidad, por ende la voluntad humana se rige por ambas características, las cuales parecen condicionar de forma determinante la voluntad.
Sin embargo, las relaciones sociales basadas en la vanidad o en la utilidad traerían como consecuencia la rápida disolución de la sociedad porque se generaría un constante conflicto entre sus integrantes. Esto sería posible ya que la vanagloria proviene de la gloria individual o el honor, lo cual se define como la superioridad individual ganada sin la ayuda de otro(s), es decir, es un logro eminentemente del propio sujeto. Ahora, si todos los hombres buscaran la vanagloria, entonces entraríamos en un constante conflicto porque todos competirían para ganar el honor individual para poder vanagloriarse. Igualmente sucede con los placeres sensibles ya que la naturaleza misma de las cosas hace que algunos objetos que generan placer sólo puedan ser disfrutados por uno solo y entonces surgiría la misma consecuencia antes mencionada, si todos los hombres se guiaran por la satisfacción de sus placeres sensuales. Además, las comodidades, ventajas y facilidades que el hombre puede obtener, los logra con mucha mayor facilidad dominando a sus semejantes que asociándose con ellos, por esto es que el hombre, en el Estado Natural, esperará el momento oportuno para someter a los demás bajo su yugo.
Pero, la realidad nos muestra que este permanente conflicto por dominar a los demás no se da universalmente, a pesar de esta constitución natural pesimista que construye Hobbes acerca del hombre. Sin embargo, ¿qué sucedería si desapareciera el miedo mutuo que se tienen los hombres? El miedo que se tienen los hombres entre sí es uno de los conceptos fundamentales de la filosofía política hobbesiana. Este autor no lo distingue como el mero acto de huir ante una eventualidad que le perjudica, sino también es la toma de medidas para defenderse; es prevención, defensa, vigilancia, apertrechamiento, sospecha, desconfianza, ante los demás y/o ante los sucesos de la vida. Todos estos verbos son sinónimos del miedo que se tienen los hombres porque quien planifica a futuro, previene, se aprovisiona, se arma, posee un temor fundado sobre algún suceso futuro que puede ocurrirle. Es entonces el temor mutuo lo que frena a los hombres de la constante agresión contra el otro. Y de esto se concluye que la única garantía de seguridad individual para cada sujeto es su propia persona, es decir, sólo el mismo sujeto puede tomar las precauciones para preservarse físicamente.
El miedo mutuo tiene dos orígenes distintos en los hombres: la igualdad humana y la voluntad de perjuicio contra los demás. Por un lado, para Hobbes, el hombre es por naturaleza igual, pero la ley civil es la que lo desiguala. La igualdad natural del ser humano radica en su fortaleza física y sus facultades intelectuales. Si un hombre, bien constituido, nace poco aventajado respecto a su fortaleza física respecto a los demás, tiene la capacidad intelectual para poder desarrollar armas defensivas u ofensivas para poder equilibrar su inferioridad física. El hombre también puede reflexionar sobre su unión con otros para superar la inferioridad física porque la unión de varios hace que se equilibre la desventaja corporal. Son precisamente las capacidades intelectuales las que Hobbes denomina las más equilibrantes respecto a los poderes que posee cada individuo en comparación con otro.[3] La igualdad humana genera también que el hombre tiene que desconfiar de todos los demás para poder sobrevivir debido a todo lo que cualquier otro puede tramar en su contra ya que se tiene plena conciencia de que al ser iguales otro puede hacer lo mismo que uno planea contra los demás.
La segunda causa del miedo mutuo, la voluntad de perjuicio, se debe concretamente a dos causas.
a) Existen hombres que están conscientes de que a todos les está permitido lo mismo, y esto será en la medida en que pondere sus fuerzas correctamente frente a la de los demás. Su voluntad de perjuicio hacia los otros tiene su origen en la prevención de la agresión, es decir, por la defensa de su libertad, de sus bienes y de su vida.
b) Existen otro de tipo de hombres que son vanidosos, imprudentes y/o desmedidos por lo que juzgan erradamente sus fuerzas y las del contrario, por un sentimiento de superioridad generada en la vanagloria y la imprudencia. Esto los lleva a una lucha permanente con los demás y muchas veces perjudicial para sí mismo.
En resumen, el hombre es un ser que compite contra los demás en la búsqueda de su propio beneficio (utilidad), combate contra los demás por su propia seguridad (conservación) y lucha contra los demás por la gloria (vanidad). Entre todas las pasiones humanas la que más influye en el comportamiento humano es la vanidad que, en última instancia, es la pasión que nos conduce a pelear por el poder. Es por esto que Bobbio menciona, parafraseando a Hobbes, “En realidad, lo que impulsa al hombre contra el hombre es un deseo insaciable de poder.” [4] es decir, el hombre es lobo del hombre.
Por otra parte definiremos las condiciones objetivas de constitución del Estado Natural, siguiendo igualmente el esquema de Bobbio. La condición objetiva determinante es la igualdad entre los hombres de la que hablaremos ahora con mayor detalle. Este concepto se puede verificar de tres formas distintas.[5]
a) Igualdad de hecho: Es la igualdad signada por la semejanza entre las facultades intelectuales y físicas de los hombres. Hobbes define al hombre como naturalmente igual a sus semejantes y lo expone así: “...cuando se considera en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es tan importante que uno pueda reclamar, a base de ella, para sí mismo, un beneficio cualquiera al que otro no pueda aspirar como él.” [6] Es decir, el filósofo inglés argumenta en este sentido que la igualdad natural humana se basa en la igualdad de derecho natural que posee cada hombre, y este derecho natural está fundamentado en la libertad individual del hombre para ejercer su poder para, especialmente, conservar su vida como nos lo dice en la primera ley natural humana. Y a final de cuentas lo que realmente nos iguala como seres humanos es nuestro poder individual y la libertad para ejercerlo.
Sin embargo, en el mundo real ¿existe realmente esta igualdad de la que nos habla Hobbes? Evidentemente la respuesta es un rotundo “No”, porque si hay algo que es obvio en este mundo es la diferencia entre los hombres y para Hobbes la respuesta radica en la unión: “El mayor de los poderes humanos es el que se integra con los poderes de varios hombres unidos por el consentimiento en una persona natural o civil...” [7] Podemos inferir entonces, como en el estado natural la igualdad se desequilibra con la adición de varios poderes en un poder único, ya sea una persona o una asamblea de elegidos. Por lo tanto, mientras mayor sea la cantidad de individuos agrupados con este fin, mayor será la cantidad de poder acumulado, y es en esto donde fundamenta el autor su concepción ontológica del Estado Civil y de su grado de poder.
b) Igualdad de derecho: es el derecho de los hombres a la posesión de todas las cosas. Ahora bien, ¿qué significa el término “derecho” para Hobbes? “La palabra “derecho” no significa sino la libertad que cada uno tiene de servirse de sus facultades naturales según la recta razón. De modo que el primer fundamento del derecho natural es que cada uno proteja cuanto pueda su vida y su cuerpo (...) [es por esto que] la utilidad es la medida del derecho en el Estado Natural.” [8] Si el derecho natural legitima el cuidado de nuestro cuerpo y vida, entonces también serán legítimos todos los medios que alguien se procure para alcanzar este fin. Esto nos introduce en el concepto subjetivo de justicia que se impone en el Estado Natural, por ende es justo y legítimo que el hombre conserve su vida y su cuerpo en este Estado , es decir, cada hombre considera que es justo hacer lo que esté a su alcance para preservarse, en este sentido la justicia es individual. Veamos como Hobbes deduce por medio de un silogismo la concepción de la justicia en el Estado Natural:
Cada uno tiene el derecho de conservarse (art. 7). Luego tiene el derecho de servirse de los medios necesarios para lograr esta finalidad (art. 8). Ahora bien, son necesarios los bienes que cada uno considera como tales (art. 9). Por consiguiente, cada uno tiene el derecho de hacer y poseer cuanto juzgue personalmente necesario para su conservación. Luego es el juicio del agente el que determina si lo hecho es justo o injusto; por tanto es justo. [9]
Debido a estas dos concepciones de la igualdad humana, el hombre desconfía de todos sus semejantes. Por un lado, sabe que todos los demás poseen sus mismas capacidades y facultades de pensamiento y fuerza física. La lucha se genera con mayor rapidez si se considera que el otro es más débil, por el mismo deseo ya mencionado de lograr lo útil por medio del dominio a los demás. Por otra parte, si todo es de todos, cuando dos o más personas deseen la misma cosa, la cual, por sus intrínsecas condiciones, no pueda ser poseída por dos o más al mismo tiempo, entonces se originará el conflicto y la guerra. Por esto es que la tendencia a la destrucción, entre los hombres es tan fuerte.
c) La igualdad de las pasiones: ya hemos visto cómo las pasiones mueven la acción humana, y obviamente, todos los hombres poseemos las mismas pasiones, aunque en unos, unas dominan con mayor intensidad que en otros. De la misma manera, esta igualdad conduce también a la guerra de todos contra todos.
Podemos concluir que la condición de la igualdad entre los hombres es lo que le induce a la desconfianza general. Si el objeto del deseo humano es uno sólo, entonces la guerra es inevitable, y este objeto de deseo es la inagotable sed de poder, la cual está presente en todos los hombres por su semejanza. Por lo dicho, todos desconfiarán de todos y todos lucharán por todo y contra todos. La única seguridad que el hombre posee son sus propias facultades naturales y las que vaya adquiriendo en su vida. La condición de permanente inseguridad es la que le lleva a agredir a los otros, precisamente por el deseo legítimo y justo de conservar su vida y sus bienes.
Definamos ahora el Estado Natural. En Hobbes, es el Estado de Guerra permanente que se da entre los hombres. Inclusive, en este Estado no es necesaria la lucha física para que siga existiendo ya que el constante estado de desconfianza entre todos es una situación de guerra latente. Y son precisamente las pasiones humanas y la situación del hombre respecto al mundo que le rodea los que terminan constituyendo el Estado Natural. Este Estado puede definirse también como la ausencia de un poder mayor que regule, y en definitiva evite, la constante amenaza de guerra, la desconfianza y la lucha entre los hombres. Siendo coherente con su teoría, Hobbes nos dice que la razón es una pasión humana más y el hombre, a fin de preservarse, se ve en la necesidad de abandonar, lo más rápido posible, el Estado Natural porque la constante amenaza que genera el estado de guerra no le permite asegurarse un futuro con su trabajo. La violencia lo único que permite es una muy precaria seguridad. Por esto es que, por medio de la razón, el hombre pacta y se une a otros para salir del Estado Natural e ingresar en el ámbito de un Estado Civil o Político.
Es importante señalar que el Estado Natural es una hipótesis racional de Hobbes. Su intención nunca se dirige a intentar mostrar una evolución de las sociedades en general desde un estado primitivo o Natural, hasta un estado moderno o Civil. De hecho, no cae en el error de mostrar históricamente la evolución humana desde sociedades primitivas a sociedades modernas, a partir de Estados Naturales.
Al hablar de guerra de contra todos lo que Hobbes desea es identificar dónde se dan las características del Estado Natural e identificar dónde se halla el estado de guerra latente permanente. Esto lo hizo con la finalidad de intentar aportar algo que contribuyera al cese de las guerras civiles que asolaron su patria, Inglaterra, donde veía claramente este Estado Natural, la desconfianza general y el permanente estado de guerra entre las diversas facciones políticas. Simplemente quiso dar unas pautas para la construcción y ordenación de una nueva sociedad, poniendo fin al desastroso estado de guerra que estaba en proceso en su época.
Hobbes define el poder como la capacidad que posee cualquier ser humano para alcanzar algo que desea en un tiempo presente y que será evidentemente un bien futuro. El poder puede lograrse tanto por la cualidades innatas del individuo como por las herramientas que logre desarrollar en el curso de su vida para acumularlo. Ahora bien, la esencia del poder en Hobbes radica en que es la mayor de las pasiones humanas, el mayor deseo; es lo que afecta a los hombres de manera más grave; la satisfacción de las pasiones es lo que hace feliz al hombre y si logra calmar la sed de su mayor pasión, entonces el hombre será más feliz, es decir, a medida que acumule más y más poder. El poder se incrementa mediante las relaciones humanas lo que se desprende de la suma de individuos ya mencionada, y además por todas las características que lo afirman y que lo acrecientan, las cuales Hobbes nombra en el capítulo X del Leviatán. En resumen es la libre capacidad de acción que tiene un sujeto para lograr su propio beneficio. Tenemos entonces, después de exponer la definición hobbesiana del poder, dos características fundamentales del mismo. En primer lugar el poder es de carácter infinito y también es acumulativo. Por un lado es infinito porque: “... como inclinación general de la humanidad entera, un perpetuo e incesante afán de poder, que cesa sólo con la muerte.”[10] Por otra parte, es acumulativo porque se puede concentrar en una persona, en un pueblo, en una asamblea y aumentarlo de manera sucesiva, o también puede disminuir si no se ejecuta adecuadamente.
Vamos ahora a explorar, muy someramente, la idea de poder que tiene Hobbes a nivel grupal o civil y no individual, lo cual nos servirá para pasar a analizar los conceptos de poder en Tucídides:
... los reyes cuyo poder es más grande, tratan de asegurarlo en su país por medio de leyes, y en el exterior mediante de guerras; logrado esto sobreviene un nuevo deseo: unas veces anhela la fama derivada de una nueva conquista; otras se desean placeres, fáciles y sensuales, otras, la admiración y el deseo por ser adulado por la excelencia en algún arte o habilidad de la mente.
La pugna de riquezas, honores, gloria u otras formas de poder inclina a la lucha, a la enemistad y a la guerra. Porque el medio que un competidor utiliza para la consecución de sus deseos es matar o sojuzgar, suplantar o repeler a otro. [11]
Esta cita nos permite apreciar el poder ya desde una perspectiva más general porque, aunque el poder para Hobbes lo ejerce un individuo, el rey por ejemplo, su accionar involucra a toda una vasta red social conformada por los habitantes de su país, reino o imperio. En el caso del escritor ateniense, la perspectiva poder se produce desde su ejercicio por los grupos de habitantes de las polei", específicamente de Atenas, de la cual logró recopilar más información y además por ser un individuo que vivió la guerra en carne propia como “strategos” y también como exiliado.
Tucídides es tal vez, el primer escritor, por lo menos de la cultura de Occidente, que se enfrenta teóricamente con el problema del poder. En un principio, en la antigua Grecia, el poder se vinculaba con el misterio de lo divino, ya que siempre era una persona la que ejercía el poder, el rey o el monarca, pero no era más que una intermediación entre los hombres y los dioses, y estos últimos eran los que realmente movían los hilos de ese poder. Los logógrafos y Heródoto, en sus respectivas obras, nunca desvincularon la idea de la proximidad de los dioses a los líderes en sus respectivas historias y crónicas, pero es Tucídides quien por vez primera aísla a los dioses en sus posesiones olímpicas y deja al hombre sólo con el ejercicio del poder en la Tierra, es decir, ahora el hombre es plenamente responsable por sus acciones en este mundo.
Ahora bien, del tipo de poder del que hemos venido hablando era el poder absoluto, pero en la Atenas de Tucídides el ejercicio del poder había evolucionado hacia una forma de poder delegado en el cual los funcionarios públicos lo ejercían en virtud de una elección o, la gran mayoría de las veces, como resultado de un sorteo. Este sistema hacía imposible que el poder se pensara relacionándolo con algún dios. Además, la educación sofística, tan en boga en aquel momento, nunca tomaba en cuenta lo divino a la hora de reflexionar sobre sus temas habituales y las argumentaciones que esgrimían los sofistas eran todas referidas a la actividad humana como plenamente responsable de sus efectos.
De forma similar a como lo ha hecho Hobbes, Tucídides reflexiona y analiza la plhonhxia (deseo o ambición de tener más), y en nuestro caso es el deseo de acumular tanto poder como se pueda. Este deseo es la causa de desequilibrio del poder entre los hombres, lo cual genera entre ellos temor, inseguridad y desconfianza, tanto entre débiles como fuertes. En el orden de la acción entre polei", la plhonhxia no es de orden individual en el sentido de que tiene que ver con la seguridad y el crecimiento de una poli" o nación, porque uno de los principales problemas de un imperio, como el que Atenas había logrado construir a partir de la constitución de la Liga de Delos, es que no puede decrecer, ni siquiera mantenerse estable o igual, sino que debe estar en constante aumento, so pena de ser derrotado y arrasado por sus enemigos, o potenciales enemigos, es decir, la insaciable búsqueda de más poder la cual sólo cesa con la muerte. En este caso la plhonhxia no se refiere al individuo, es decir, a la función pública dentro de la polis, sino a la del Estado, la que el poder genera por sí mismo, y la vida de Atenas en la última mitad del siglo V a.C. es una vida que no puede sustraerse a su condición de imperio. Veamos a este respecto la concepción de imperio que poseían los políticos atenienses de la época, que Tucídides pone en boca de Alcibíades:
Así es como hemos conquistado el imperio, tanto nosotros como todos los demás pueblos que han logrado tenerlo, asistiendo llenos de celo a aquellos que en cada ocasión reclamaban nuestra presencia, fueran bárbaros o griegos; porque si todo el mundo permaneciera inactivo o se dedicara a hacer distinciones de raza para ver a qué pueblos debía prestar ayuda, añadiríamos bien poca cosa a nuestro imperio y más bien pondríamos en peligro su propia existencia. Porque no sólo hay que defenderse del poderoso cuando ataca, sino que hay que anticiparse para que no pueda atacar[12]. Y no nos es posible determinar con precisión la extensión que queremos dar a nuestro imperio, sino que, en vista de la situación en que estamos, es necesario maquinar contra unos y no aflojar con los otros, puesto que, si nosotros no ejerciéramos el imperio sobre los demás, seríamos nosotros mismos quienes nos veríamos en el peligro de caer bajo el imperio de los otros. No podéis mirar la inactividad desde la misma perspectiva que los demás, a no ser que estéis dispuestos a cambiar vuestro modo de vivir igualándolo al suyo.[13]
Con respecto a la acumulación de poder, tal es el caso de comparación entre Atenas y Esparta ya que la primera en cincuenta años logró acumular una cantidad de poder tal que equiparó a la primera. Inicialmente, Tucídides nos da su versión razonada del por qué las polei" no habían logrado un desarrollo amplio de su poder, concretamente esto lo expone en el primer libro y los argumentos referentes a las causas del crecimiento del poder ateniense lo expone bajo el título de Arqueología, lo cual etimológicamente hablando es arcailogia y significa el relato de historias pasadas o antiguas.
Ahora bien, Hobbes nos indica que la igualdad de poderes, precisamente, es el punto de la discordia porque genera la desconfianza mutua y esto se debe a que por tener los hombres el mismo derecho natural, inevitablemente surge en algún momento un fin común el cual no es disfrutable por todos aquellos que lo desean y esta es la semilla de la confrontación y la guerra permanente de todos contra todos en el Estado Natural. Y la igualdad de poderes será una de las causas principales que menciona Tucídides en la Arqueología como detonante de la guerra.
Aparte de observar esta coincidencia entre Hobbes y Tucídides, podemos verificar un atributo que Hobbes le confiere al poder. La influencia de las dos ciudades hegemónicas de esta guerra sobre las demás, aumentaba la apariencia y el prestigio de poder de cada una, proporcionalmente se sumaban el número de ciudades bajo la sombra hegemónica de alguna de ellas. Esto es patente porque, en una narración posterior a Tucídides, Jenofonte[14] expone cómo Persia preocupada por el crecimiento vertiginoso del poder de Atenas, se alía con Esparta para contrarrestar el poder que estaba desarrollando Atenas, especialmente respecto a la fuerza naval: “... los griegos (...) se dividen en dos bandos en torno a los atenienses y a los lacedemonios, estos pueblos, en efecto, se habían revelado como los más poderosos, ya que los unos eran fuertes por tierra y los otros por mar.” [15]
Además, la influencia de poder de ambas polei", lo cual es poder igualmente, llega a un punto en el que se contraponen, es decir, los deseos de uno y otro bando chocan en un punto en el que lo disfrutable lo puede ser por uno solo de los contendientes: la hegemonía sobre toda Grecia, y por qué no, del mundo conocido. Por lo tanto, la única solución era la confrontación entre ambas potencias porque las dos poseen en ese momento el mayor poder. De aquí se puede inferir que el poder es el mayor deseo humano porque lo infinito del poder lleva al deseo de acrecentarlo hasta que la muerte se interponga, y si se interpone un poder igual entonces debe seguir creciendo aún a costa de este poder opuesto, por lo tanto el único camino posible es la guerra.
Habíamos mencionado ya que la acumulación de riquezas, el comercio, las comunicaciones y por ende la estabilidad eran los grandes factores que Tucídides considera como los generadores del poder en un Estado. Sin embargo, existe un elemento fundamental para todo el basamento del poder de las polei" griegas y es el poder naval, tanto mercantil como militar. Veamos cómo lo sustenta desde una perspectiva empírico-histórica.
En primer término, en la Arqueología, cita el ejemplo de dos pueblos que fueron muy poderosos en los tiempos anteriores a su época: Creta y Micenas. Sabemos desde hace algunos años que, gracias a los descubrimientos y avances de la arqueología moderna, que la ciudad de Knossos, capital y ciudad principal del régimen económico-político denominado talasocracia[16] cretense. En su momento, se ha demostrado por la arqueología, fue un imperio insular muy próspero que basó su poder, su cultura y sus riquezas en el dominio de una gran parte del Mediterráneo, al sur de Grecia, al oeste de Asia Menor y Chipre, y al norte de Egipto. Esta confirmación de las aseveraciones de Tucídides por parte de la tecnología actual le otorgan una base de credibilidad muy sólida al escritor ateniense.
En segundo término tenemos el caso de Micenas. El autor racionaliza el mito transmitido por Homero, los poetas y dramaturgos, en hechos de carácter político y manejos del poder. Veamos esta perla que Tucídides nos obsequia: “... Agamenón logró reunir las fuerzas expedicionarias porque era el más poderoso de sus contemporáneos, y no tanto por ir al frente de los pretendientes de Helena, obligados por el juramento prestado...”[17] Simplemente el grado de reflexión alcanzado por Tucídides nos causa la impresión de ser un autor contemporáneo escribiendo seriamente sobre las causas de la guerra contra Troya. Destruye, de esta forma, todas aquellas razones de ética religiosa y heroico-caballeresca de aquellos que se encargaron de transmitir estos hechos. Además señala que gracias a la gran fuerza naval que logró reunir[18] es que se hizo posible la expedición contra Troya, y en este punto pasa a analizar los recursos y condiciones que tuvieron que administrar los aqueos y sus aliados para armar la expedición victoriosa: “...Agamenón (...) por tener una mayor fuerza naval que los otros, pudo emprender y llevar a cabo la expedición, no tanto por el reconocimiento del que era objeto sino por el temor que inspiraba.” [19] He aquí un punto directo de relación con Hobbes el cual menciona que uno de los motores que mueven al hombre es el temor, como ya se ha explicado: “Así hallamos en la naturaleza del hombre tres causas principales de discordia. Primera, la competencia; segunda, la desconfianza; tercera, la gloria.” [20] Es evidente la proximidad de ambos autores en este apartado.
Posteriormente, Tucídides continúa reflexionando y aportando pruebas sobre hechos concretos relacionados con el poder naval como base fundamental para el ejercicio del poder en un Estado. Nos expone, además, cómo los diversos pueblos del mar que lograron una mayor estabilidad y riqueza, empezaron a eliminar la piratería, la cual constituía, un peligro para la seguridad en las comunicaciones y el comercio marítimo. Por otro lado, se fomentaron las colonizaciones más allá de las ciudades originales, como Atenas, Esparta, Corinto, Argos, etc. lo cual resultaba muy positivo para controlar el aumento de la población en las ciudades originales y evitar la disminución peligrosa de los recursos necesarios para sostener la ciudad, especialmente los víveres. Tucídides menciona a las siguientes ciudades como un ejemplo del poder desarrollado en base a su poder naval: Samos, Persia, Egina, Corinto, Corcira y por supuesto Atenas. Todas estas ciudades fueron muy poderosas mientras sus respectivas marinas lo fueron.
Bibliografía.
Bobbio, Norberto. Thomas Hobbes. (1995), México, FCE, 2ª ed.
Fernández Santillán, José. Hobbes y Rousseau. (2005), México, FCE, 3ª ed.
Hobbes, Thomas. (1977) De Cive. Instituto de Estudios Políticos, UCV.
----- (2003) Leviatán. FCE. México, 13ª impresión.
Romero, Aníbal. (1997) Estudios de Filosofía Política. Editorial Panapo.
Tönnies, Ferdinand. (1988) Hobbes: Vida y Doctrina. Alianza Editorial. Madrid.
Tucídides. (1993) Historia de la Guerra del Peloponeso. Editorial Gredos, Madrid (Esp)
[1] Tönnies, Ferdinand. Hobbes: Vida y Doctrina. (1988) Madrid, Alianza Editorial, p. 34.
[2] Bobbio, Norberto. Thomas Hobbes. (1995), México, FCE, 2ª ed., 135-145.
[3] Hobbes, Thomas, (2003) Leviatán. FCE. México, 13ª impresión. p. 100-101.
[4] Bobbio. Op. cit. p. 45.
[5] En este caso seguimos ahora el esquema trazado por José Fernández Santillán en su obra Hobbes y Rousseau, (2005), México, FCE, 3ª ed. p. 21.
[6] Hobbes (2003) p. 100.
[7] Ibíd. p. 69.
[8] Hobbes, Thomas. De Cive. (1977) Alianza Editorial, Madrid, p. 68, 70.
[9] Hobbes (1977) p. 69.
[10] Hobbes, (2003). p. 79.
[11] Hobbes, (2003). p. 79 y 80.
[12] Es patente la toma de un concepto para la constitución del poder por parte de Hobbes. Recordemos que en el Estado Natural, el hombre si se siente amenazado o planifica que para su supervivencia es necesaria la aniquilación del otro, es lícito hacer una guerra preventiva contra el otro. Es este el caso que presenta Alcibíades, para que el Imperio continúe existiendo se debe hacer guerra preventiva contra otros. Además, no es posible dejar de pelear contra los demás porque si no se hace no se acumula más poder ni se acrecienta.
[13] Tucídides. Op. cit. VI 18 2-3.
[14] Jenofonte continua la narración de la Guerra justo en el lugar donde la deja Tucídides, sorprendido por la muerte, en su libro denominado Helénicas, aunque su calidad sea muy inferior a la obra del “stratego"" ateniense.
[15] Tucídides, Op. cit. I 18 2.
[16] Etimológicamente talasocracia está compuesta de dos palabras. Krato" que significa gobierno, dominio o imperio y talassa que significa mas, océano. Lo que nos indica la palabra en su acepción griega es gobierno sobre el mar, o gobierno del mar.
[17] Tucídides, Op. Cit. I 9 1.
[18] Homero señala este momento en el segundo libro de la Ilíada: El Catálogo de las Naves.
[19] Tucídides, Op. Cit. I 9 3.
[20] Hobbes (2003) p. 102.