El viejo, ese marginal.

Vejez y trasgresión en

Una historia sencilla de David Lynch.

 Por:

Jaime Correa,

mejaico@hotmail.com

Universidad París 7 – Denis Diderot,

París, Francia.

 

Un género de héroes jóvenes

 

Dado que por lo general el road movie está poblado de héroes jóvenes, resulta difícil encontrar un lugar dentro de este género cinematográfico para un personaje como Alvin Straight (Richard Farnsworth), el protagonista de Una historia sencilla (A Straight Story, David Lynch, 1999). En el imaginario del público, e incluso en el de la crítica, un héroe de carretera de 73 años causa problema. Su presencia parece la negación misma de la predilección del género por la juventud, uno de sus rasgos esenciales. Recordemos que tanto Easy Rider (Easy Rider, Dennis Hopper, 1969) como la novela En la carretera  (On the Road, Jack Kerouac, 1957) – obras consideradas por gran parte de la crítica como los ‘textos fundadores’ del road movie – se convirtieron en verdaderos fenómenos culturales que marcaron profundamente la juventud de los años 60 y 70, no sólo en los Estados Unidos sino también en el resto del mundo. Los protagonistas de la película, Billy (Dennis Hopper) y Wyatt (Peter Fonda), así como los héroes del libro, Sal Paradise y Dean Moriarty, siguen siendo el modelo sobre el cual la mayor parte del público construye el prototipo del héroe del género, el cual es percibido como un personaje joven y marginal cuyo viaje equivale a una búsqueda espiritual[1].   

 

Hay otra tradición que provee un segundo modelo de héroe de carretera : la de la pareja en fuga. Esta ascendencia del road movie – considerada incluso por muchos como un subgénero que tiene lazos estrechos con el cine negro y la película de gánsters – tiene como prototipos a los célebres Bonnie Parker (Faye Dunaway) y Clyde Barrow (Warren Beatty) protagonistas de Bonnie & Clyde (Arthur Penn, 1967). Los viajeros de estas películas son también jóvenes y marginales, pero ven la carretera más como un atajo hacia la riqueza y la fama que como un lugar de liberación espiritual. Llama la atención que en estas dos tradiciones de road movie juventud y marginalidad figuren entre los rasgos esenciales que definen a los personajes[2].       

 

El espacio ‘salvaje’ de la carretera, lugar donde reina la velocidad, requiere de héroes jóvenes y en buen estado físico. El simple hecho de conducir un vehículo implica un buen número de habilidades que se ven alteradas por la edad, sin mencionar la fuerza y la agilidad necesarias para hacer frente a los peligros que no dejan de acechar a los viajeros del género. Además, los héroes del road movie, ya sea que busquen liberarse o volverse famosos, actúan por lo general en la urgencia. La carretera tiene entonces la función no solamente de llevar a los viajeros a otro lado, sino también de permitir que su viaje se desarrolle tan rápido como sea posible.

      

Los precursores

 

Por eso no es fácil encontrar precursores de Alvin Straight en el road movie. Por supuesto, hay héroes más viejos que otros, como es el caso de Travis (Harry Dean Stanton) en París, Texas (Paris, Texas, Wim Wenders, 1984). Travis, héroe ‘sin pasado’ que emerge del desierto, es un personaje en la cincuentena que toma la carretera para tratar de reconstruir su vida, o al menos, su memoria. Sin embargo, este personaje goza de buena salud cuando se pone en marcha y posee además una camioneta que está en perfecto estado. Travis está lejos de ser un viejo y su medio de transporte, un vehículo bastante potente, se adapta muy bien a la carretera.

 

Curiosamente, si Alvin Straight tiene precursores, estos pertenecen más bien a la tradición del road movie del Viejo mundo. Hay dos importantes películas de carretera europeas que ponen en escena personajes viejos : Fresas Salvajes (Smultronstället, Ingmar Bergman, 1957) y Estamos todos bien (Stanno tutti bene, Guiseppe Tornatore, 1990). En la primera, el célebre profesor de medicina Isak Borg (Victor Sjöström) toma la carretera para ir de Estocolmo a Lund, ciudad donde recibirá una distinción honorífica de parte de una prestigiosa universidad. Después de tener un sueño en que presencia su propia muerte, Borg decide no hacer el viaje en avión sino en automóvil y pide a su nuera que lo acompañe. Su recorrido por las carreteras suecas se convierte entonces en un viaje a través del tiempo, el cual le permite hacer un balance de su vida y descubrir hasta qué punto ésta se echó a perder a causa del egoísmo y la frialdad característicos de su personalidad.           

 

Estamos todos bien cuenta la historia de Matteo Scuro (Marcello Mastroianni), un pensionado siciliano quien, después de la muerte de su mujer, decide recorrer Italia para hacer una visita sorpresa a sus cinco hijos que viven en los cuatro rincones de la península. Este viejo utiliza el transporte público para hacer un tour por una Italia moderna pero contradictoria donde él parece ya no encajar. Su viaje le revela el verdadero rostro de una familia desmembrada que, a pesar de las apariencias, no está tan bien como él quisiera creerlo. Sin embargo, actuando como si todo estuviera normal, el viejo vuelve a Sicilia para informar a su mujer, en el cementerio, que no hay que preocuparse por sus hijos ya que “todos están bien”.         

 

Como Alvin Straight, estos dos viajeros de edad que le preceden en el género son personajes amenazados por la muerte. Sus viajes son, como aquél del héroe de Una historia sencilla, verdaderos intentos de salvación. Por eso en estas películas la carretera se convierte en una metáfora de la vida de los ancianos. Haciéndolos remontar el tiempo para que puedan hacer frente a sus propios errores y malas decisiones del pasado, la carretera les ofrece una última oportunidad de redención, así como una suerte de ‘rito de pasaje’ hacia la muerte.      

 

La diferencia principal entre el periplo de Alvin Straight y los de Matteo Scuro e Isak Borg radica en la escogencia del medio de transporte. Mientras que los héroes de Tornatore y Bergman deciden viajar de manera totalmente tradicional, el de Lynch toma la carretera conduciendo una máquina extraña – una podadora de césped con remolque – que es tan lenta y vulnerable como él mismo. Es precisamente en este hecho, en esta decisión desfasada, donde reside el carácter transgresivo de su aventura. El viejo Straight, con su obstinación y su temeridad, lanza un ataque discreto pero eficaz contra una sociedad que desde hace mucho tiempo optó por dar la espalda a los individuos de la tercera edad. Nuestro héroe no es entonces ni el abuelito apacible e inofensivo, ni el personaje edulcorado y un poco reaccionario por quien muchos lo han tomado.     

 

Vejez, marginalidad y trasgresión

 

Basta con observar a un viejo desplazarse por las grandes metrópolis contemporáneas para comprender hasta qué punto la lentitud de la tercera edad entra en conflicto con el ritmo desenfrenado de nuestra vida cotidiana. Los pasos de las personas de edad, así como el conjunto de sus movimientos, se hacen casi en cámara lenta, lo que les confiere una cadencia bien particular que los hace llamar la atención entre la multitud. Dado que su periodo productivo ya expiró, los viejos cedieron hace tiempo su lugar en el mundo del trabajo a las nuevas generaciones. Ahora tienen tiempo libre para pasearse por la ciudad, ir a los parques e incluso viajar. Por desgracia, las personas mayores se vuelven cada vez menos autónomas con el paso de los años puesto que su condición física no cesa de deteriorarse. Las más simples tareas cotidianas terminan transformándose para ellos en verdaderas faenas. El mundo que los rodea les parece entonces un lugar hostil al cual sus cuerpos frágiles ya no se adaptan. Por si esto fuera poco, la existencia de los viejos se hace cada vez más solitaria a medida que sus contemporáneos desaparecen.          

 

A diferencia de muchas civilizaciones antiguas donde la edad era sinónimo de sabiduría y, en consecuencia, los viejos tenían un papel preponderante en la sociedad, el mundo contemporáneo ha decidido, en cierta forma, ignorar la tercera edad. En efecto, se podría afirmar que a las personas de edad se les mantiene a menudo a distancia, no solamente del círculo familiar sino también de la sociedad en general. Por supuesto, existen dispositivos importantes para facilitar la vida a los viejos – lo que podría calificarse de ‘discriminación positiva’ – pero eso no impide que estos también sean víctimas una cierta ‘discriminación negativa’ que triunfa sin lugar a dudas sobre la primera.       

 

Hoy en día los medios de comunicación se concentran casi exclusivamente en la juventud, exaltando sin cesar la belleza física, la fuerza y la vitalidad que caracterizan esta etapa de la vida; atributos que, por otro lado, parecen ser requisitos indispensables para integrarse al mainstream. El cine no es una excepción a esta tendencia y no es difícil constatar que una gran parte de la producción norteamericana tiene por blanco primordial a los adolescentes y a los jóvenes. Sin ir muy lejos, podemos constatar que Terciopelo azul (Blue Velvet, David Lynch, 1988) y Corazón Salvaje (Wild at Heart, David Lynch, 1990) pertenecen también a esta tendencia hollywodense.

 

Desde este punto de vista, no sería inexacto afirmar que el viejo es un personaje marginal: no comprende a la sociedad y la sociedad no lo comprende a él, razón por la cual se ve obligado a vivir al margen de ésta. El hecho de escoger a un viejo como héroe de road movie no contradice entonces el marcador del género según el cual los viajeros son ante todo marginales. Sin embargo, debido a su fragilidad y a sus limitaciones físicas, el viejo es percibido como un marginal inofensivo, ya que no representa ningún peligro para el statu quo.

 

El tema del viaje en la tercera edad es particularmente revelador a este respecto. En efecto, hay numerosas personas de edad que viajan con frecuencia sin que su desplazamiento tenga ninguna connotación transgresiva: lo hacen con otras personas mayores en viajes organizados bastante banales, como el tour con que se encuentra Alvin cuando su primera podadora se avería. La idea misma que un viejo quiera cambiarlo todo o, al menos, cuestionar el estado de las cosas, basta para chocar a mucha gente. Por eso varios críticos calificaron Una historia sencilla de película reaccionaria y les costó tanto trabajo relacionarla con las otras películas de Lynch.        

 

Pero aquí, como ocurre por lo general con Lynch, no hay que fiarse de las apariencias. Los viejos, debido a la proximidad de la muerte, gozan de una cierta libertad que el resto de gente no tiene. De hecho, ese es el caso de Alvin Straight: haga lo que haga, no tiene nada que perder puesto que pronto va a morir. Esto hace que el viejo esté dispuesto a todo y corra el riesgo de demostrar que las cosas todavía pueden hacerse a su manera. Como héroe de road movie, Alvin Straight no es solamente un marginal sino también un verdadero desesperado.    

 

Este carácter marginal del protagonista de Una historia sencilla ha llevado a Slavov Zizeck a hacerse dos preguntas que son muy pertinentes para determinar el lugar que ocupa Straight en el road movie:

 

¿Y si el héroe “recto” (“straight”) de la última película de Lynch fuera efectivamente mucho más subversivo que los personajes extraños que pueblan sus aventuras precedentes ? ¿Y si, en nuestro mundo posmoderno donde el compromiso ético radical se percibe como algo ridículamente anticuado, él fuera el verdadero paria ?[3]

                                                                                   

                  

Para Zizeck, el aparato económico-cultural debe no solamente tolerar, sino también estimular la creación de productos cada vez más chocantes, ya que esta es la única manera de responder a las condiciones de competencia del mercado. En este sentido, la transgresión ha dejado de ser transgresiva para convertirse en una simple marca de fábrica que asegura la venta de gran parte de la producción artística. Zizeck añade :   

 

[...] la perversión ya no es subversiva : los excesos chocantes hacen parte del sistema mismo, el sistema se alimenta de ellos a fin de reproducirse. Ésta es, quizás, una de las definiciones posibles del arte posmoderno en oposición al arte modernista : en la posmodernidad el exceso transgresivo pierde su valor de choque y se integra totalmente al mercado artístico establecido.[4]

   

Podría decirse que las primeras películas de Lynch cayeron en esta ‘trampa’. Según Zizeck, los extraños perversos lynchianos del principio – el barón Harkonnen (Kenneth McMillan) en Duna (Dune,1984), Frank (Dennis Hopper) en Terciopelo azul y Bobby Peru (Willem Dafoe) en Corazón salvaje – no hacen más que sostener el orden existente en lugar de ser una amenaza para éste. Por el contrario, Alvin Straight, ese viejo marginal con un sentido moral exacerbado, debe ser visto como un verdadero elemento perturbador dentro de la sociedad.  Su normalidad excesiva – no olvidemos que no es más que un vulgar viejo discapacitado –, así como su compromiso ético radical y su idealismo exagerado, hacen de él un personaje que va a contracorriente de su época. Su viaje se convierte entonces en un acto de rebelión, o de desobediencia civil cuando menos, que resulta más amenazador para el statu quo que muchos de los periplos que le han precedido en la tradición del road movie

 

Straight y Don Quijote

 

El carácter idealista que tiene la hazaña de nuestro héroe, así como su desmesura, remiten necesariamente a Don Quijote, el principal precursor de Alvin Straight en la tradición literaria de la carretera. Este personaje es tan importante que ha dado nacimiento al sustantivo “quijote”, cuya definición según el Diccionario de la real academia española podría servir para caracterizar a Straight de manera bastante precisa : “hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo”.

 

Si Straight es un quijote, hay que decir sin embargo que en su caso las motivaciones que lo llevan a actuar no son del todo desinteresadas. Gracias a su viaje, el viejo busca hacerse perdonar de su hermano Lyle (Harry Dean Stanton), con quien tuvo una disputa a raíz de la cual se han mantenido separados por diez años. Asimismo, a pesar de su carácter quimérico, la empresa de Straight no está condenada al fracaso puesto que nuestro héroe logra finalmente, contra toda esperanza, llegar hasta donde su hermano. Es interesante que Lynch haya escogido a Harry Dean Stanton – el mismo actor que representara a Travis en París, Texas – para interpretar a Lyle. En efecto, este último funciona como una especie de alter ego del protagonista y al reunirse con él, Straight logra recuperar una cierta “unidad” que había perdido como individuo. Por supuesto, este encuentro alude también a la historia misma del road movie.   

 

Una historia sencilla se asemeja a Don Quijote en otros aspectos. La estructura misma del relato de Lynch remite en cierta forma a la de la novela de Cervantes. En los dos casos hay primero una salida en falso que culmina con el regreso de los héroes a sus respectivos pueblos. Al comienzo de su viaje, tras ser golpeado en la carretera, Don Quijote es reconducido a casa por el cura y el barbero del pueblo quienes intentan desanimarlo de emprender una excursión tan arriesgada. Con este fin, deciden quemar gran parte de la biblioteca del hidalgo ya que si éste ha perdido la razón, ha sido a causa de la lectura excesiva de novelas de caballería. Straight, por su lado, se ve obligado a volver a Laurens porque su viejo tractor-podadora sufre una avería mecánica apenas unos kilómetros después de su partida. Sin embargo, este primer fracaso no basta para desanimar a estos viajeros de la tercera edad ya que, tan pronto como llegan, comienzan a preparar una nueva salida.        

 

El medio de transporte de Straight – en su calidad de prolongación del cuerpo envejecido del héroe – también puede ser relacionado con el de Don Quijote. Rosinante, la famosa yegua de este último, al ser tan endeble, descuidada y patética como su propietario, pone en evidencia el desfase entre las aspiraciones del Caballero y la realidad del mundo que lo rodea. Asimismo, la lenta podadora y su remolque extravagante sacan a relucir el carácter irreflexivo y anacrónico que tiene la hazaña de Straight. Los medios de transporte de los dos viejos son prótesis paradójicas puesto que no ofrecen más que una solución mediocre a la necesidad de desplazamiento de los protagonistas. 

 

Alvin Straight y Don Quijote son héroes viejos, vulgares y anacrónicos. Por eso pueden ser considerados como antihéroes. Esta noción nos interesa en la medida en que remite a la relación entre el protagonista de una obra y el género al cual ésta pertenece. El carácter de pastiche de la novela de Cervantes determina en gran medida los atributos de Don Quijote como personaje. El Caballero de la triste figura carece de las características principales que definían a los héroes de las novelas de caballería, o si se quiere, estas características se muestran en él de manera invertida. Don Quijote es entonces la negación misma del caballero probo y sus aventuras pueden ser leídas como una parodia de las gestas que cantaba el género. De hecho, Cervantes declara abiertamente en el prólogo de la novela que al escribirla, intenta “derribar la máquina mal fundada destos caballerescos libros, aborrecidos de tantos y alabados de muchos más”[5]. En este sentido, Don Quijote puede ser considerado como un verdadero inventario de la novela de caballería, aspecto que permite a su autor hacer crítica literaria dentro de la ficción. La complejidad de las relaciones intertextuales en esta obra confiere a la misma una actualidad sorprendente que no deja de remitir a la “vena autoreferencial” que caracteriza el road movie[6]

              

¿Un road movie crepuscular?

 

Esta propensión a la autoreferencia es también un elemento capital en Una historia sencilla. Como Don Quijote con respecto a la novela de caballería, la película de Lynch puede ser tenida a la vez por una parodia y, en consecuencia, por un inventario del road movie. Desde este punto de vista, la vejez de los héroes en estas dos obras funciona como indicador del envejecimiento de sus respectivos géneros. ¿Si Don Quijote se cree caballero andante en una época en que la caballería ya ha muerto, no se podría afirmar también que Straight es un ‘personaje de carretera’ en una época en que la película de carretera pareciera haber muerto?

 

Recordemos que en el western crepuscular la vejez de los héroes anunciaba una cierta muerte del Oeste[7]. Sin embargo, no hay que confundir la muerte del Oeste con la muerte del western. Aunque su edad de oro sea ya cosa del pasado, esto no implica que el género haya desaparecido de las pantallas. En efecto, hoy en día todavía se hacen películas del Oeste, pese a que sean pocas, sin mencionar que los westerns clásicos aún ocupan un lugar importante no sólo en algunas salas de cine sino también en la televisión y en el mercado creciente del DVD. 

 

De ahí que sea problemático afirmar que la vejez de Alvin Straight es signo de la muerte del road movie como género. Basta con examinar la producción cinematográfica mundial de los últimos años para darse cuenta de que este género no sólo está vivo, sino que está en pleno auge. No obstante, nos parece que este aspecto de Una historia sencilla nos autoriza a sostener que esta película es una suerte de “road movie crepuscular”, en la medida en que trata de la muerte de un cierto carácter utópico de la carretera – ¿sus implicaciones políticas quizás ? –  presente en películas como Easy Rider y Bonnie & Clyde

 

En definitiva, es más pertinente hablar de un agotamiento del road movie que de la muerte del mismo. La vejez de Alvin Straight, así como su fatiga, evocarían entonces dicho agotamiento. Este concepto se presta muy bien para caracterizar Una historia sencilla, ya que posee el doble sentido de cansancio extremo (físico o moral) y de gasto o consumo total de algo. El abatimiento, la fragilidad de Alvin Straight – en una palabra, su vejez – son la manifestación en el mundo de la ficción de un deseo extradiegético de agotar las posibilidades del género[8]. Aunque este deseo de exacerbar los marcadores del género no haya sido reivindicado por Lynch – o al menos no tan abiertamente como lo hiciera Cervantes –, éste no deja de ser un elemento  sobresaliente a lo largo de toda la película, hasta el punto que termina por convertirse en una de sus características principales. Alvin Straight, ese viejo extenuado que recorre el paisaje sin prisa, se convierte entonces en el símbolo de un género que Lynch quiso agotar, no para que muriera, sino más bien para que pudiera renovarse; tal como esos árboles al borde de la carretera – testigos silenciosos de la aventura del viejo – que se despojan lentamente de sus hojas por causa del otoño, a la espera del renacimiento que traerá la primavera.        

 

Referencias

 

Bourget Jean-Loup, Hollywood, la norme et la marge, Paris, Nathan, « Nathan Cinéma », 2002 [1998].

 

CERVANTeS Miguel (de), El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, México D.F., Porrúa, “Sepan Cuántos …”, 1990 [1605-1615].

 

COHAN Steven, HARK Ira Rae (editores), The Road Movie Book, New York, Routledge, 1997.

 

Corrigan Timothy, A Cinema Without Walls: Movies and Culture after Vietnam, New Brunswick, NJ, Rutgers University Press, 1999.

 

Kerouac Jack, On the Road. New York, Penguin, 1991 [1957].

 

Leong Ian, Mike Sell, et Kelly Thomas, “Mad Love, Mobile Homes, and Dysfunctional Dicks. On the Road with Bonnie and Clyde” in The Road Movie Book, New York, Routledge, 1997.

 

ZIZECK Slavoj (enero 2000) “When Straight Means Weird and Psychosis is Normal”, in Lacanian Ink [WWW document] URL http://www.lacan.com/ripley.html [marzo 2006].

 

 

Filmografía

Bonnie & Clyde (Arthur Penn, 1967)

Centauros del desierto (The Searchers, John Ford,1956) 

Corazón Salvaje (Wild at Heart, David Lynch, 1990)

Duna (Dune, David Lynch,1984)

Easy Rider (Easy Rider, Dennis Hopper, 1969)

El jinete pálido (Pale Rider, Clint Eastwood, 1984).

Estamos todos bien (Stanno tutti bene, Guiseppe Tornatore, 1990)

Fresas Salvajes (Smultronstället, Ingmar Bergman, 1957)

París, Texas (Paris, Texas, Wim Wenders, 1984)

Terciopelo azul (Blue Velvet, David Lynch, 1988) 

Una historia sencilla (A Straight Story, David Lynch, 1999)


 

[1] Para una definición del road movie ver Steven Cohan et Ina Rae Hark, «Introduction» in The Road Movie Book, Steven Cohan and Ina Rae Hark (Eds.), New York, Routledge, 1997. Ver también Timothy Corrigan, A Cinema Without Walls: Movies and Culture after Vietnam, New Brunswick, NJ, Rutgers University Press, 1999. 

[2] Para un análisis del “road movie de la pareja en fuga” ver Ian Leong, Mike Sell, et Kelly Thomas, “Mad Love, Mobile Homes, and Dysfunctional Dicks. On the Road with Bonnie and Clyde” in The Road Movie Book, op. cit.

 

[3] Slavoj Zizek (enero 2000) “When Straight Means Weird and Psychosis is Normal”, in Lacanian Ink [WWW document] URL http://www.lacan.com/ripley.html [marzo 2006](traducción personal).

[4] Ibid.

[5] Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, México D.F., Porrúa, “Sepan Cuántos …”, 1990 [1605-1615], pg. 12.

[6] La “vena autoreferencial” no es exclusiva del road movie, pero suele manifestarse con una nitidez particular en este género. El término “vena autoreferencial” lo tomamos de Jean-Loup Bourget. Ver Jean-Loup Bourget, Hollywood, la norme et la marge, Paris, Nathan, « Nathan Cinéma », 2002 [1998], p. 265.  

[7] Para Bourget, el “western crepuscular” se caracteriza por la puesta en escena de héroes “envejecidos, disminuidos físicamente y, sobre todo, anacrónicos”. Ibid., pg. 47. Dos buenos ejemplos de este tipo de película del Oeste son Centauros del desierto (The Searchers, John Ford,1956) y El jinete pálido (Pale Rider, Clint Eastwood, 1984).

[8] La diégesis es el mundo de la historia narrada en una película. Lo diegético es todo aquello que pertenece a ese mundo.