Deseo sísmico

Heidi Garrido

 

 

El rastro de tu mirada

Tu ojo alpinista sobre mi pecho distante de todo viso lítico

 

La voluntad incoada de tu pupila

que dicta a tu mano escalar,

a tu lengua explorar,

desatar la turgencia de la cima

 

Cima premonitoria de un gesto telúrico

Temblor impaciente,

añoranza de tu pupila,

angustia por tu escalada

Deseo sísmico

 

 

 

Pena

Heidi Garrido

 

 

“Nunca juegues al escondite con la pena,

 siempre te hallará escondido dentro de ti mismo”

 

 

Cuanto te empeñas en deshidratarme como a un orejón de manzana,

o como el Sahara, o como las alturas andinas.

 

Sea frío o sea ardiente el sentimiento que te auspicie, no hago más que bramar de ti.

 

Por lo menos la nuez seca muere presa del roedor

Pero ni siquiera guardo esperanzas de secarme este setenta por ciento de fluido que soy

 

Me hago Prometeo en tus manos, te haces Goliat dentro de mí

Y mi David… la alegría, o el reposo, o simplemente la indiferencia,

parece veranear en un hades glacial

 

Mis manos me lamen el rostro desdibujando lo que le escurres a mis ojos

Dejando una película salada, más bien amarga

 

Quizás si las lágrimas fueran dulces no te haría este reproche

Si fueran burusitas de azúcar que rodaran por mi rostro

mientras trato de alcanzarlas con mi lengua, seria hasta divertido

 

Pero justo ahora no rió, sólo veo mi rostro desfigurado

con una especie de sonrisa invertida,

con gusanitos colorados corriendo en el blanco de mis ojos,

y mi nariz encendida como lámpara de burdel.

 

 

 

Nada de la nada

Heidi Garrido

 

 

Si canto al llorar no rías que desentono por la angustia

La angustia de cada lágrima que se me fuga al océano atormentado de tu ausencia

No río no por falta de motivos, sino porque al reírme me saco el gusto de bañarme en este llanto que te implora

Nado mar adentro en los recuerdos de mi ausencia leve

De la ausencia infinita de lo que al darte creí te acercaría

 

Mírame que te miro

Que te miro espejo, y veo desdibujada la vergüenza acostada junto a la ira

El coraje de aferrarme a lo imposible

Lo imposible de mi pensamiento sereno

Lo imposible de yo en tu pensamiento

Lo imposible de un pensamiento desvestido de ti

 

Paz que te escondes, que te esfumas en dos tragos lánguidos de pensar que quisiera dejar de pensarte

Paz y tormento, tormento y paz

Ira y deseo, deseo  y anhelanza de lo que nunca me darás ni cual limosna

 

El otro día me disfracé de indigente y me paré en aquella esquina por donde siempre pasas

Me miraste y dijiste: ¡Que negligencia la del gobierno!

Sí, la negligencia del gobierno de mi voluntad y todo lo que ha quedado en el grillete de tus caricias

Caricias vanas, caricias efímeras, contingentes siluetas que se dibujan en un rato y se desvanecen en el instante en que te conviertes en ausencia

 

Ausencia: distancia o abandono de mi misma en la nada

Nada: quimera maléfica y perversa que se esconde en el todo que quise darte

 

Lárgate ausencia, lárgate nada de la nada

Que ya nada espero

Ni tu misericordia, ni tu imperio religioso allanándome en mi refugio de añoranzas

En mi guarida de sueños donde la fantasía de su regreso no es más que mi imaginación recorriendo lo imposible.

 

 

Exordio de un suicida

Heidi Garrido

 

 

¡Maldita vida de mierda!

Que te engendras donde no te han llamado,

en quien no te ha buscado

Que obligas y te impones como “don” necesario e inviolable

ante la suprema redención de la muerte

 

Muerte maldita y puta!

Que no vienes cuando se te espera,

cuando se te añora,

cuando eres imprescindible

 

Maldita vida y puta muerte!

Prostitutas ambas, infractoras ambas

Que asaltan justo al que más las desprecia,

al que menos las llama, cuando nunca las claman

Inoportunas como nadie

 

Tiranas,

meretrices anárquicas y decididoras

Con sus directrices nauseabundas y putrefactas

No salimos del polvo y regresamos a él

Comenzamos como un gusano-esperma

que se mete donde no lo llaman,

y acabamos como gusanos miles y espontáneos

donde siempre han estado

Vida, muerte, cómplices ambas de la paradoja de respirar

Vida, muerte, secuaces ambas del placer y del dolor

¡Vida, muerte!

¡Vida, muerte!