Todos Íbamos a Ser Bolaño: O de Sol Oscuro a Maradona Hay un Solo Paso.
El presente texto constituye una reacción del autor a partir de su experiencia en las VII Jornadas Andinas de Literatura Latinoamérica Estudiantiles (JALLA-E 2005), efectuadas entre el 24 y 28 de octubre en Santiago de Chile.
Por:
Marcos Arcaya Pizarro
Estudiante de
Licenciatura en Castellano en la Universidad de Santiago de Chile
Estas líneas en
ningún caso constituyen vituperio contra el autor de Los Detectives Salvajes o
contra cualquiera de sus escritos. Me dirijo a toda esa manga de hippies,
refritos estudiantes de letras (y afines) que tienen a Roberto Bolaño entre ceja
y ceja. Hablan de los infrarrealistas, de su manifiesto, de la Revista
Menstrual, de sus entrevistas, de sus amistades, de lo fotogénico que es Bolaño
y por fin de sus textos; todo disfraz de su adoración al ídolo con aires
malditistas, y pobre de aquellas bestias como yo que declaran estar poco o nada
interesadas en las empresas estatales que, a continuación de las ceremonias
forenses-fúnebres de moda, ante el mentado San Bolaño siguen con el paso del
monumento de plaza o nombre de calle.
No declaro este tipo de mitificación, entiéndase, como
novedosa, sino muy por el contrario, me fijo en ella como muestra de un proceso
repetido, hasta el cansancio, a lo largo de la historia. Al mismo tiempo, sin
embargo, subrayo su pertinencia como un fenómeno que por primera vez me toca tan
de cerca, en mi calidad de sencillo estudiante de pregrado.
Podemos ver a Roberto Bolaño (figura y escritos), en estos
días, inserto por los dispositivos dominantes en el proceso de “hegemonizar la
cultura oficial y […] sentar las bases de la llamada Identidad Nacional” (1),
como víctima en la “creación de nuevos elementos simbólicos, rituales y mítico
históricos”, aunado, cómo no, a una ideología que “puede entenderse como medio
legitimo del que dispone el poder para justificar un sistema de autoridad, o una
falsa conciencia para disimular intereses de grupos, o un instrumento cultural
para integrar y preservar una identidad social” (2), en este caso, un supuesto
verdadero ser trascendente designado por la cultura oficial
artístico-literaria, que de ninguna manera es mermada por la borrega actitud
ejercitada por mis pares estudiantes.
Posters de la estrella literaria-rock o poleras con el
eslogan “déjenlo todo nuevamente” o “láncense a los caminos” parecen estar a la
vuelta de la esquina, como efecto de un accionar fascista en su adoración a los
mitos y fetiches, puesto que su cristalización lo ubica lejos de las barricadas
o de los gases lacrimógenos, pero no de la mierda, está claro. En palabras de
Umberto Eco "es el ancestral, dogmático conservadurismo estático de los cuentos
y los mitos, que transmiten una sabiduría elemental, construida y comunicada por
un simple juego de luces y sombras, y la transmiten a través de imágenes
indiscutibles, que no consienten su distinción crítica"(3).
Disección a sus dichos y escritos, parafraseos como mala
hierba (como en esta carilla punta roma) al tiempo que la supuesta heroicidad
del Bolaño comprometido se sacude la degradación (4) para caminar directo al
marco del retrato de biblioteca. Su muerte, de acuerdo a la lógica patriarcal,
lo hace "adquirir una nueva identidad, emergente de su historia. Lo importante
es que se la reconozcan los demás y, en virtud de este reconocimiento, le
señalen el lugar del poder"(5), en este caso, aquella silla ya asignada en el
continuo devenir del canon.
Notas:
(1) Sutherland, Juan Pablo (2002) A Corazón abierto. Geografía de la
Homosexualidad en Chile. Editorial Sudamericana, Santiago.
(2) Holdenis Casanova (sin información bibliográfica de la cita).
(3) Eco, Umberto (1965) "La estructura narrativa en Fleming", en Proceso a James
Bond. Editorial Fontanella, Barcelona.
(4) Patricia Espinosa (2005) "Bolaño y el manifiesto infrarrealista", en
Rocinante N°84, Santiago.
(4) Matamoros, Blas (1982) "El lugar del héroe", en Cuadernos Hispanoamericanos,
n° 286.