"Quiero que escribas algo para mí --dijo--. Algo con garra. Puedes hacerlo. Te lo veo en la cara. En el léxico de la juventud...."  James Joyce. Ulises.  

 

 

Último Número (12vo)                                                Editorial

    Vale la pena hacer algunas reflexiones en torno a la masificación de la tecnología y sus repercusiones sobre la información y el saber. Es decir, en nuestra época de apertura casi total a la internet, ¿hasta qué punto dispone el usuario de las herramientas necesarias para acceder a la información que busca? ¿Es que la masificación de contenidos equivale a una mejoría en la calidad de dichos contenidos?

    Podemos suponer ingenuamente que la democratización de la información conlleva a una verdadera libertad de expresión y de opinión. ¿Pero se corresponde esto con lo que la oferta internáutica refleja para los ciber-viajeros? El fenómeno de los blogs, por ejemplo, es sin duda la revolución más importante que ha sacudido la red en el último lustro. Programas fáciles de usar, prêt-à-porter, donde lo único de lo que se carece es de la idea o el contenido de la página.

     Es justamente en este sentido que podemos observar como los blogs se han convertido en poco más que cajas de resonancia de los mass media tradicionales. Pues si bien es cierto que todo el mundo tiene derecho a tener y dar su opinión o punto de vista, también es cierto que las opiniones, los análisis y las reflexiones acuciosas y originales siguen siendo tan raras como un trébol de cuatro hojas.

     Por otro lado, el mundo virtual de la internet sigue siendo un medio elitesco paralelo, que choca con un mundo real donde casi la mitad de sus habitantes no ha hecho jamás una llamada por teléfono. Es por ello que, si bien este espacio y muchos más que encontramos en la red, se dedican a tratar de difundir conocimiento y cultura y a hacer más accesible el intercambio, vale la pena recordar que desde un punto de vista concreto aún tenemos mucho que hacer para “democratizar” verdaderamente las consultas en línea, ya que no se trata solamente de preocuparnos por la calidad del contenido de nuestras páginas, sino de poner este contenido a disposición del lector como algo factible en lo inmediato y no como algo potencial y utópico.  

 

 

Atentamente,

el equipo de editores y redactores.